Jorge Tacchini
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Una primera idea que surge del análisis histórico es que la crisis del pequeño productor no es un fenómeno coyuntural sino que viene gestándose desde hace más de medio siglo, con periódicos recrudecimientos, como demuestra un análisis de los precios de las últimas seis décadas.
La actualización de los precios en periodos largos no es fácil. El método que hemos utilizado enfoca muy especialmente el poder adquisitivo de la moneda. Para ello se ha establecido una canasta de consumo del productor, incluyendo sus insumos, y se ha determinado cómo han variado sus valores en el tiempo.
Para simplificar el cálculo, se ha tomado como base el dólar de Estados Unidos que también se ha devaluado pero mucho menos que el peso argentino. Para el cálculo de actualización, considerando el promedio de precios de la canasta de insumos y de bienes de consumo, se ha llegado a la conclusión que el poder adquisitivo del dólar se ha reducido unas diez veces en los últimos sesenta años. En la década de los 40 la relación aproximada del peso / dólar de Estados Unidos se acercaba a 4. En esa época, por ejemplo, el jornal del peón rural era de 12 pesos, o sea 4 dólares, que equivaldrían actualmente a unos 40. Los cálculos de actualización son aproximados y orientativos.
El análisis de los precios de la uva, promedio decenales, demuestra que jamás el agricultor mendocino y, en especial, el pequeño viticultor, recuperó el nivel de ingresos que tenía en la década de los 50. Si se actualizan también los insumos y el valor de los bienes de consumo y se comparan con la evolución de los ingresos, la conclusión indica que los precios de paridad que miden la capacidad adquisitiva del productor siempre se han mantenido más altos que los reales, hecho que confirma un menor valor adquisitivo del productor que llegó al mínimo durante los años de hiperinflación de la década de los 80. Después de esa tremenda crisis, la reconversión vitícola permitió una recuperación que llegó al máximo en el año 2011. En el último periodo, se está produciendo una caída que afecta sobre todo a las uvas finas y revive los fantasmas de las crisis pasadas.
Precios medios del quintal de uva por década en dólares USA actualizados al año 2013 |
|
Años |
Precio en $USA 2013 |
1950/1959 |
98 |
1960/1969 |
49 |
1970/1979 |
45 |
1980/1989 |
14 |
1990/1999 |
25 |
2000/2013 |
42 |
Factores exógenos que afectan al agricultor
La responsabilidad del productor, en lo que se refiere a su actual crisis, es inferior a la importancia que tuvieron los factores exógenos a la empresa que han paralizado el desarrollo del país en el último medio siglo.
La función de un pequeño empresario agrícola es fundamentalmente la de coordinar y administrar correctamente los tres principales factores de producción: la tierra, el capital y el trabajo. Su empresa, representada por un triángulo en el gráfico, está rodeada por factores externos que la condicionan. En un primer círculo las normas provinciales, después las nacionales, finalmente el mercado.Considerando la importancia relativa de exógenos y endógenos, insistir solamente en estos últimos es como aconsejar comprar un mejor paraguas a un hombre azotado por un vendaval que amenaza arrastrarlo.
Entre los factores exógenos, se puede citar la permanente inestabilidad por los cambios de rumbo. No se aprecia la ventaja de una continuidad, ya que cada gobierno inicia un nuevo ciclo, en general destructivo respecto del anterior. Esto se refleja en la política monetaria y en los cepos cambiarios. El dólar sobrevaluado o subvaluado ha sido una constante de nuestra política económica. Se distorsionan los precios de insumos y productos finales destruyendo la competitividad y la posibilidad de una presencia firme en los mercados internacionales. Esto ocurrió en la década de los 50 y sigue todavía. El dólar subvaluado de principio de este siglo nos permitió incrementar las exportaciones llevando las de vino a más de 650 millones. Después, a partir del año 2008, los costos internos crecieron y el dólar oficial nuevamente se subvaluó llevándonos a la crisis actual.
Las dificultades que la normativa nacional impone al agricultor son muchas y cabe mencionar entre las principales:
• La política aduanera que es directamente destructiva para la exportación de frutas y hortalizas. No solamente es extremadamente dificultoso vender en consignación sino que se exige el reintegro de divisas aun en operaciones comerciales fallidas por daños sufridos en el transporte, comunes en productos perecederos. Estas exigencias, por ejemplo, hicieron fracasar la iniciativa interesante de exportar melones que llegan a Europa muy en el límite porque no se conservan más de 30 días. Si se producen pérdidas, igualmente, contra toda lógica, se exige el retorno en dólares y el no reintegro se castiga con multas superiores en diez veces al valor facturado.
• La ley de monotributo que no contempla la realidad del pequeño productor agrícola. No prevé la integración de actividades a pesar de que una de las perspectivas de desarrollo es la complementación de la agricultura con otras actividades como el agroturismo. De hecho, más del 80% de los pequeños productores es de tiempo parcial, ya que tiene otras fuentes de ingresos, aparte de la agrícola. Da pena comparar la sencillez del sistema de renta presunta chileno, que ha logrado integrar al sistema el 90% de los agricultores, con una ley de monotributo que solo para la categorías más altas y onerosas permite la contratación de un máximo de dos dependientes, desconociendo la necesidad de contratar personal temporario. Por eso, casi el 80% de los pequeños agricultores trabaja en negro.
• La legislación laboral tampoco reconoce las necesidades del productor. Obliga, por ejemplo, a registrar a los cosechadores sin tener en cuenta que en algunos cultivos, como el cerezo, se necesitan decenas de cosechadores aun en montes de pocas hectáreas. Los recogen cuadrilleros que recorren barrios en los cuales se encuentran trabajadores disponibles y recogen diariamente los cosechadores que cambian de acuerdo con la disponibilidad. Este problema se resuelve en otros países, incluyendo los europeos, sin personalizar, habilitando los bancos a vender paquetes de jornales que se utilizan para el pago.
• El costo de los accidentes laborales es altísimo en Argentina por la industria del juicio que deriva más del 50% de lo que se paga por los accidentes a honorarios profesionales.
También la normativa provincial perjudica al pequeño productor agrícola porque se subordina a la estrategia de los gobiernos nacionales. Además, los Gobiernos provinciales manejaron mal sus recursos: causaron, por ejemplo, la quiebra del Banco de Mendoza y del de Previsión Social que eran fuente de financiación para el agricultor. Destinaron sumas de decenas de millones de dólares a adquirir tecnología extranjera fracasada, como es el caso de los misiles rusos para la lucha contra el granizo. La inversión en cohetes hubiera alcanzado para proteger con redes más de diez mil hectáreas de viñedos.
Un ejemplo muy actual de burocracia y angurria fiscal es el de las infinitas trabas a la exención del tributo a los ingresos brutos que debería favorecer la actividad agrícola.
Todos los años, el pequeño productor debe solicitar por nota la exención que se deniega por las razones más nimias. En un caso, se adujo como excusa una deuda de 2,25 pesos por intereses devengados por atraso de pocos días en el pago de una cuota de una patente. Casos como este obligan a perder tiempo pidiendo facturación en renta, pagar y reiniciar el trámite.
Factores endógenos que inciden en la ineficiencia empresarial
El "fatalismo", que induce a resignarse a los abusos, y el individualismo, que obstaculiza una organización eficiente, constituyen importantes factores negativos del carácter del agricultor. Técnicamente es "determinista" y, en consecuencia, poco innovador.
Es "imitativo" y esto permite convencerlo con demostraciones que contemplen la factibilidad económica de las innovaciones.
Sería importante una mayor integración de las instituciones que apoyan la actividad agrícola como la Facultad de Ciencias Agrarias y el INTA entre sí y con el productor. Frecuentemente se desconocen las prioridades del agricultor. Por ejemplo, no se han realizado ensayos a campo demostrativos sobre la efectividad local de métodos de defensa contra heladas que se conocen desde más de medio siglo. Nadie puede decir a ciencia cierta si el riego por aspersión o los grandes ventiladores funcionan bien en Mendoza considerando las muy variables características de las heladas.
El resultado es que el productor no puede arriesgar inversiones inciertas y, en la primavera 2013, se perdió la producción de más de 70.000 ha en la Provincia.
La importancia de sostener al agricultor
Como conclusión, debería resaltarse que el destino del pequeño productor no solamente afecta la economía provincial sino que también hay que tener en cuenta que su supervivencia es fundamental para la preservación del medio ambiente, del paisaje y que es el impulsor y sostén indispensable de otras actividades como las agroturísticas.